miércoles, 11 de agosto de 2021

Se acabó el tiempo, Cristo vino, Sueño de Nancy

Pastora, saludos y un abrazo en Cristo. Tengo q compartir esto con usted: 

Sueño de la población y venida de Cristo

Hace ya tres martes atrás tuve un sueño y lo guardé para mi. Hoy el Señor me reprendió diciéndome “Cuando te doy un sueño es para que lo compartas, no para que lo encierres en tus baúles.” El sueño es el siguiente: 

Estaba caminando por la parte detrás de mi casa. (Creo q representa que me escondía porque de pronto había mucha gente allí y el espacio es pequeño, como un pasillo.) Bueno, en ese momento todo se iluminó. Del cielo bajó una escalera y se nos dijo que empezáramos a subir. Cuando las personas a las q se había llamado se  paraban en el primer escalón, una especie de hombre, mucho más alto que todos nosotros, le cambiaba sus ropas por una túnica o toga blanca súper resplandeciente. Cuando llegó mi turno y me pusieron la “toga” miré hacia arriba, a mitad del camino estaba Jesús y al mirar más arriba vislumbré entre nubes la esquina de un gran trono y a alguien sentado en él.

Miré otra vez al ser que estaba a mi lado, el que había cambiado mis ropas, pero no no pude ver la parte superior de su cuerpo . Al fijarme bien, a nuestro lado había un grupo de niños y jóvenes. Sus pieles eran de color gris. Tenían grandes ojeras y sus ojos estaban en blanco, no tenían pupilas. Parecían vacíos, como una especie  de robots. Vestían un uniforme militar que he visto en algún lado, pero no pude identificar y estaban acomodados como si esperaran una orden de ataque. 

Cuando se nos dijo que empezáramos a subir sentí que me sujetaron por el pie. Al mirar hacia atrás vi muchos adultos. Estaban sucios, despeinados y  se veían enfermos. En 
sus rostros se notaba angustia y desesperación. Gritaban : “Nos engañaron!!!Estamos arrepentidos. No nos abandonen! Ayúdennos, por favor“ 

Los que estábamos en las escaleras y los demás que esperaban  para subir le pedíamos a Jesús misericordia y que nos diera más tiempo para ayudarlos. Jesús miró hacia  el trono y clamó por tiempo adicional, pero se escuchó una potente voz que dijo: “Se acabó el tiempo, ya no hay más.” 

Volví a mirar hacia la multitud que pedía misericordia y a los niños. Un  gran dolor llenó mi alma. Desperté muy angustiada.

 Hay que seguir orando con incansable “tenacidad” para que nuestros  ojos sean abiertos y podamos discernir el engaño que nos rodea por todos lados. Para que el Señor tenga misericordia y despierte a los que ya han sido engañados. Y , aunque muchos ya nos queremos “ir”, orar por un poco más de tiempo para que muchos otros puedan ser salvos.